martes, 22 de octubre de 2019

Capítulo 07: Tregua



Mu Rong An estaba realmente ociosa, el equilibrio perfecto que aprendió a mantener desde la infancia, se dobló un poco mientras miraba al hombre. No sabía cuánto tiempo estuvo sentada aquí, pero con él como su atracción personal, aún no se había aburrido.
Él manejaba con maestría su espada, balanceándola una, otra, y otra vez; alternando entre la ira, la frustración y una multitud de otras emociones que ella aún tenía que descifrar porque él estaba haciendo todo lo posible por mantener una cara tranquila y serena. Si tuviera que adivinar, diría que él estaba tratando de aliviar su mente de algo. Sin embargo, no parecía que estuviera haciendo un buen trabajo.
Ella lo estaba observando tan minuciosamente que realmente logró captar los más mínimos cambios en sus expresiones; Sin embargo, no fue fácil, ya que si las mujeres tenían siempre una máscara de gentil cortesía, algunos hombres tenían una seriedad de la que no querían separarse y este hombre estaba haciendo un buen trabajo como experto en ese arte. Sumado a eso, todavía había bolsas oscuras debajo de sus ojos, haciéndolo aún más desagradable con esta espada en la mano; ¡dormir un poco no le haría ningún daño!
En un punto, él se había quitado la tela superior. Con el sol en lo alto, sudaba demasiado para que fuera agradable.
No era la primera vez que veía su torso desnudo; ella lo desnudó después de todo. Pero aún sentía que le quitaba el aliento. Sin embargo, para él ella era parte de la decoración, él tardaba mucho en responder cuando ella hablaba, por lo que ella había comenzado a mirarlo en silencio. No había mucho más que hacer.
Esa bárbara espada que siempre había sido desagradable para ella cada vez que se encontraban anteriormente, ya no se sentía tan repelida. Incluso podía encontrar algo de belleza y estaba dispuesta a aplaudirle a su persona, aunque no destacara en el uso de una pluma para crear poemas. No era tan malo que él no fuera un erudito; resultó realmente favorecedor que él priorizara las artes marciales. Esa arma era como una extensión de su cuerpo y hacía que sus manos picaran por agarrarlo del cabello y atraerlo.
Ella realmente quería recuperar sus materiales de pintura. 
Cerrando los ojos, podía imaginarse dibujando cada ángulo de su ser, cada movimiento que hacía, el vaivén de su sable, la fluidez de sus gestos y el equilibrio de su postura. Una vez hecho el boceto, ella comenzaría a implementar algunos detalles, los rasgos de su rostro, sus cejas, su nariz, la forma de su boca. Sus profundos y oscuros ojos.
Sin embargo, la expresión de su rostro se transformó lentamente, las imágenes de la primera noche se superpusieron a su imaginación y cuando el rostro serio de su esposo se puso repentinamente sonrojado en su cabeza, ella inmediatamente abrió los ojos, sus propias mejillas se calentaron, su propia respiración era ligeramente irregular.
Se movió incómoda y bebió un sorbo de té frío para que desapareciera esa sensación. Mu Rong An se obligó a pensar en otra cosa; lo que lo llevó a él a regresar aquí, eso sonaba lo suficientemente bien.
—¿Cómo están las cosas desde tu lado?— Trató de hablar con él nuevamente.
Normalmente no se suponía que él estuviera tan libre, que realmente tuviera tiempo para venir aquí era sorprendente.
Estaba sudado y sus labios se torcieron un poco cuando se inclinó para tomar su toalla y limpiarse.  Él la miró como si dijera 'escupe lo que tengas que decir', pero era una tregua, se dijo a sí misma, así que solo sonrió, verdadera o falsa solo ella lo sabía, y le pidió que bebiera para rehidratarse.
Dejó de ser tacaño con sus palabras y respondió:
—Nada.
Una mentira, reconoció de inmediato.
Su sonrisa se volvió más cálida. Y sin agregar nada más, ella solo asintió.
Sin embargo, él se acercó, tomó la camisa que había dejado allí, no muy lejos de ella, luego se congeló y se volvió bruscamente hacia Mu Rong An. Al acercarse, se apoyó en ella y la olisqueó , haciéndola congelar al instante.
—¿Qué es este olor?— Preguntó y ella estaba muy feliz de aún no tuviera haberse puesto sus pendientes. ¿Quién sabía si estaba familiarizado con el olor a veneno?
—Solo el olor del incienso repelente, es realmente fuerte, incluso después de lavar la ropa, se queda impregnado.

Eso era bastante cierto. Ese incienso realmente tenía un fuerte olor, sin embargo, a estas alturas ya estaba tan acostumbrada que no le importaba. Al principio, había habido algo de incomodidad y la ira persistente de esto. Mostró su cuello y endulzó su voz, tan delicada y dulce que en realidad le puso la piel de gallina al general, resonó:
—¿Preferirías que me picaran los mosquitos?
—...
Él todavía insistió, sin inmutarse y sin corazón, dijo: 
—El que usas no es bueno, apesta.
Su sonrisa vaciló y el agarre en su taza se apretó sin confiar en sí misma para no aplastarla en el suelo a sus pies. Ella misma sabía que el incienso no era tan bueno. Eran unos de baja calidad que encontró en esta misma mansión. Los que él le proporcionó. Algo que aparentemente olvidó. Tal vez los que estaba usando realmente apestaban, pero los otros que quedaban no tenían casi efecto y podía escuchar esas molestas moscas por la noche.
La sonrisa de ella finalmente desapareció cuando dijo rotundamente:
—Este olor todavía es lo suficientemente soportable. Pero el tuyo, cariño , me temo que ya no lo es, ¿puedes apartarte un poco?
El cuerpo del general Ru se congeló y ella vio sus labios crisparse. Para ser justa, no apestaba tanto, o casi nada. Simplemente le pareció incómodo que la olfateara y hablara de mal que olía. El hombre fue grosero y contundente, ni siquiera intentó ser un poco más educado por cortesía, ¿así que por qué ella debía serlo?
Con el rostro sombrío, no se dio la vuelta en absoluto mientras se dirigía hacia la sala de agua.
✿✿✿
Finalmente llegó el carruaje que la llevaría al pueblo, y no era lujoso en absoluto, de hecho resultó ser bastante sencillo. Bueno, una tregua no significa victoria. 
Mu Rong An tomó a dos sirvientes y a dos mujeres para ir al mercado. No tenía ningún velo entre sus posesiones, así que comenzó por hacer que el sirviente lo comprara, antes de bajar al carruaje.
El mercado era bullicioso y más ruidoso que el ambiente al que estaba acostumbrada, pero la sonrisa que se formó en su rostro era triunfante y, por una buena razón, ¡finalmente salió de la mansión! Se sentía tan sofocada allí que incluso este lugar era un descanso bienvenido.
Como el hombre le dio bastante libertad para esta ocasión, se daría el gusto comprando lo que quisiera, ¡comenzando con la ropa! ¿a quién le importaba la comida? Necesitaba quitarse esa áspera ropa que constantemente enrojecía su delicada piel y por fin usar algo de buena calidad. ¡Y eso fue exactamente lo que hizo! Bueno, la calidad no era a lo que estaba acostumbrada desde niña, ¡pero era mucho mejor de lo que se había visto obligada a usar todo este tiempo!
Su sonrisa, sin embargo, se tensó al momento que se vió a un espejo. No habían espejos en la mansión, por lo que estaba mirando su reflejo por primera vez en meses. Y por primera vez en su vida, no le gustó lo que vio allí.
Sus ojos tenían bolsas debajo de ellos, el cabello largo y sedoso del que se enorgullecía, no estaba tan bien recortado como solía ser, había nudos que no había podido peinar y que dolían demasiado cuando aplicaba fuerza, así que no insistió. Su piel no brillaba como usualmente, estaba pálida como si se encontrara un poco enferma. No había ungüentos aquí ni nada para poner en su baño, por lo que incluso si quisiera, no podía cuidar su piel. Levantando sus manos, las miró cuidadosamente. Usando una para tocar la otra, para sentirlas. Ya no eran tan delicadas como que solía ser, Se encontraban un poco ásperas los trabajos hecho estas últimas semanas, llenándose de arañazos. Darse cuenta de eso fue bastante desalentador. Mu Rong An cerró con fuerza los ojos cuando sintió que las lágrimas se acercaban a derramarse.
Todo iba a estar bien, se dijo a sí misma con resolución besándose las manos. Ella iba a estar bien. Cuando volvió a abrir los ojos, la sonrisa volvió a su rostro y jugueteó con otras cosas en la tienda, decidida a remediar su apariencia.
Cuando terminó de comprar un par de prendas de vestir, ungüentos, perfumes y otras cosas ya preparadas, fue a donde las joyas justo antes de detenerse. Bueno, no fue el remordimiento lo que la detuvo, solo que no debería presionar los gastos del general, no ahora de todos modos. Entonces, las joyas caras podrían esperar; estaba tan acostumbrada a que se las quitaran que realmente no le importaba ya que no iría a ningún lado pronto.
Ya era hora de pensar en lo que realmente necesitaba la mansión. ¡Y eso eran eran muchas cosas! Ella había hecho una lista antes de venir, pero no tenía la ilusión de poder encontrar todo aquí; y si lo hacía, no hubieran tan buenos como los que se pueden encontrar en el mercado de la capital. Sin embargo, todavía era mejor tener bellos tapices y cortinas a no tener ninguno en absoluto. Como no sabía el precio de esas cosas en particular, tuvo que recurrir a sus sirvientes.
Mu Rong An conocía los precios de los bienes en la capital pero no en las fronteras, pero por lo que ella entendía, esas cosas eran más baratas aquí y descubrió un lado tacaño de sí misma cuando comenzó a discutir los precios con los comerciantes. 
Hay que decir que lo que estaba comprando era principalmente para su propia comodidad, ya que Ru Shan Yong no era un visitante permanente del la mansión; por supuesto, si fuera posible, trataría de comprar el máximo de cosas con el dinero que le quedaba, además de tener que frenar lo que quedaba del dinero entre decoración, utensilios de limpieza, ingredientes de cocina y otras necesidades. 
Y así, para aquellos que trataron de hacerla pagar más de lo que estaba dispuesta a hacer, ella presentaría su sonrisa más brillante y discutiría con afabilidad. Los vendedores no tenían forma de perder los estribos con una persona tan tranquila.

Tal cosa la llevó casi toda la tarde.
✿✿✿
Cuando revisó la mayor parte de la lista, estaba bastante satisfecha. En el camino, vio una tienda que vendía dulces. Mu Rong An realmente no tenía un gusto por lo dulce, eso era sobre todo cosa del general Ru. Algo sobre dar energía; Casi todos los miembros de sus tropas comían al menos un poco de caña de azúcar cada dos días. 
Sin embargo, extrañaba un poco las delicias. Desde que vino aquí en realidad, no había tenido un postre en absoluto. Tal vez fue para vengarse de ella por llevar sus frutas y dulces en el camino, pero cada vez que las comidas se entregaban en esos días seleccionados, ¡no había ni siquiera un solo dulce! 
Sin embargo, se sentía un poco desdichada de que no los compraría en su tienda habitual. En la capital, la famosa tienda 'Delicate Delicacy'* conocían muy bien sus gustos y generalmente disminuían la cantidad de azúcar para sus órdenes. (*Delicadeza Delicada)
Al final, a pesar del lugar, todavía quería probarlo. Sus anteriores comidas mal hechas cambiaron un poco sus gustos y, por ahora, ansiaba dulces. Ella trataría con el nivel de azúcar más tarde. Ese era su pensamiento.
Sin embargo, tan rápido como personalmente le quitó la bolsa al vendedor, un niño de diez o doce años intentó arrebatarle la bolsa, su velo rasgándose y cayendo en la conmoción. Ella hizo que uno de sus sirvientes lo detuviera mientras lo reprendía. Al parecer, quería tomarlos como se mostraban en la tienda pero desafortunadamente ella había comprado todo.
Atrapado con las manos en la masa, luchó y la insultó sin ceremonias, al final, acorralado y con resignación, comenzó a llorar y gimotear como el niño que era. Estaba diciendo cosas sobre que su madre estaba enferma. El corazón de un transeúnte se suavizó mientras la sonrisa cortés de Mu Rong An se volvió cálida y amplia. El sirviente que sostenía al niño la miró, pero ella todavía no daba la orden de liberarlo, por lo que solo pudo esperar mientras Mu Rong An se dirigía al niño una vez más.
—Estando tan grande, ¿no puedes pensar en una mejor mentira o tu madre te está enseñando cómo estafar a la gente?
La gente ya se estaba reuniendo a su alrededor. A ella no le importaba causar conmoción, el nombre que sería manchado no era el suyo. Y era una represalia tan buena como cualquiera, dijo su amargo ego.

El niño dejó de llorar un poco antes de llorar aún más, jurando lastimosamente a quien se le ocurriera que estaba diciendo la verdad. Su pobre madre estaba enferma de muerte, así que quería complacerla con algunos dulces.
—¿Es así?— Mu Rong An se volvió hacia el sirviente que sostenía la bolsa. —Empaca tres partes a un lado—, vio los ojos del niño brillando antes de agregar, —ahora intenta decir la verdad para que la escuche y puedes tenerla—, no se olvidó de sonreír, —algunas disculpas para acompañar tu discurso también serían bienvenidas.
Estaba siendo difícil y no le importó en absoluto, el niño lloró aún más y no cedió en absoluto. Para se honesta, lo que buscaba no era la verdad, no podía importarle menos. Quería los dulces, así que trató de tomarlos ya que no tenía el dinero, si había algo más en la historia que ella no estaba interesada en saber.
Sin embargo, aún no había recibido sus disculpas. En sus quejas anteriores, se atrevió a criticar su rostro. Cualquier otro día no le habría importado demasiado, pero hoy, hoy ese insulto fue dado en un momento particularmente sensible desagradable de su vida. Su reflejo en el espejo había sido demasiado desagradable y aunque no necesitaba cumplidos en este momento, ciertamente no le hacían falta insultos. No era que de repente se volviera fea como él dijo, ¡pero simplemente su orgullo se lo exigía en este día agrio!
—¿Qué está pasando aquí?— Preguntó alguien.
La voz era fluida y ligera, y su espectador era un hombre delgado y hermoso que tenía una espada a su lado izquierdo.
—Trató de robar por su madre enferma, el pobre niño.— Respondió un inoportuno.
—Esa mujer noble es despiadada.— Susurró otro, siendo respaldado por la mayoría de los que estaban ahí.
Mirando al niño que lloraba cada vez más, y a la mujer que se apoyaba en él pero que aparentemente no tenía intención de liberarlo, el hombre tuvo suficiente. Desde donde estaban no podían escuchar lo que decía la mujer, pero obviamente, lo que sea que estaba diciendo era solo torturar a este niño lleno de lágrimas más abundantes ahora.
—¿No va a hacer algo? ¡Ella lo está atormentando!— La multitud murmuró cosas incomprensibles, sacudiendo la cabeza, por fin se escuchó la voz vacilante de un hombre. 
—¿Y qué quieres que hagamos? ¡Aún así el niño intentó robar!
—¡Pero quien lo castigue no debería ser ella! 
Resueltamente, caminó hacia el sirviente tirando del niño fuera de su alcance.
—Es suficiente.— Bramó poniendo al joven detrás de sí, protegiéndolo.
Mu Rong An levantó la vista hacia el hombre que hablaba con vehemencia, valientemente vestido. Ella entrecerró los ojos, observando cuidadosamente la belleza frente a ella, y por una corazonada, dejó que su mirada se detuviera en el pecho del hombre. No era como si ella pudiera confirmarlo, pero no era como si su voz sonara muy varonil, así que más bien confiaba en sus sentimientos al respecto. 
Esta recién llegada era sin duda la protagonista femenina del segundo arco, Feng Xi. 
Parpadeó un par de veces al darse cuenta de eso, luego su mirada se dirigió al chico que se escondía detrás de su salvador y el reconocimiento parpadeó en sus ojos. Este niño debe ser Yan Mi. Si ella lo recordaba bien, también en el libro, Feng Xi protegió al niño contra el vendedor cuando atrapó al joven ladrón con las manos en la masa. 
Esta protagonista era una persona confiada, por lo que rápidamente creyó lo que vio solo para descubrir más tarde la mentira. Pero al final, después de una buena cantidad de aventuras juntos, ella tomó al niño huérfano como su hermano e incluso estuvo presente el día de su boda, más tarde incluso ingresó al ejército del general Ru.
Mu Rong An presionó sus labios y tomó el velo que su criada le estaba entregando, colocándolo nuevamente en su rostro. 
La persona frente a ella era la alma gemela de su esposo. 
Sus labios se curvaron en una cálida sonrisa, pero nadie sabía lo que de verdad estaba sintiendo en ese momento.

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